Un guiso muy nutritivo para los fríos días de otoño e invierno que además me resulta muy reconfortante, probablemente no solo por ser un delicioso plato de cuchara sino también porque me recuerda a mi infancia. A pesar de que por aquel entonces las lentejas no eran precisamente plato de mi devoción (contradicciones de la vida, jaja).

No es que mi hermano pequeño no cocine bien, ¡cocina estupendamente! Sin embargo no suele complicarse la vida excesivamente así que, hace ahora más de diez años, cuando mi madre me dijo por primera vez que mi hermano había cocinado lentejas me di cuenta de que algo fallaba en mi mente cuando yo hacía platos bastante elaborados y, sin embargo, por alguna razón extraña, nunca me había atrevido a cocinar lentejas. Pensaba que eran demasiado complicadas y no me iban a salir bien. Supongo que algún día en mi tierna infancia en la que encender el fuego todavía era un peligro para mí, alguien me había dicho o yo había deducido que hacer unas lentejas era muy complicado y me lo había creído hasta tal punto que nunca me lo volví a plantear, jaja. Desde la primera vez que las hice me río de eso y me sirve como lección de vida. Que no sepamos o no podamos hacer algo no significa que siempre vaya a ser así.

Así que ahora, después de muchas ollas de lentejas comparto aquí mi versión vegana de esta sencilla receta familiar.

Aunque cuando me pongo a hacer lentejas nunca consigo hacer menos de una olla de la que podría comer toda la comunidad de vecinos, jaja (y casualmente esa costumbre, a la que va unida la de compartir muy a menudo lo que cocino con amigos y familiares, es la que me ha llevado a dedicarme finalmente a la cocina), he ajustado aquí las proporciones para aquellos que prefiráis hacer una cantidad más ajustada a vuestras necesidades : )

Ingredientes para dos raciones:

  • 120 g de lentejas
  • 100 g de patata
  • 100 g de pimiento rojo
  • 75 g de zanahoria
  • 75 g de cebolla
  • 50 g de tomate frito
  • 3 ajos
  • 7 g de perejil fresco
  • Agua
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1 hoja de laurel
  • 1 cucharadita de pimentón de la Vera
  • 1 cucharadita de cominos
  • 1 pizca de pimienta
  • 1 pizca de sal

Elaboración:

  1. Lavar y dejar en remojo las lentejas durante 8h.
  2. Cortar en trocitos la cebolla y sofreír a fuego medio en la olla con un chorrito de aceite de oliva removiendo de vez en cuando.
  3. Pelar la zanahoria y cortarla longitudinalmente en 4 trozos y después esos trozos en rodajas de 1 cm de grosor como máximo. Añadir a la olla y seguir sofriendo.
  4. Pelar los ajos, añadirlos a la olla y seguir sofriendo hasta que estén dorados.
  5. Añadir a la olla 1 litro de agua y poner a fuego fuerte para llevar a ebullición.
  6. Mientras tanto pelar y cortar en trozos de 1’5 cm de lado como máximo la patata y añadir a la olla.
  7. Cortar el pimiento en tiras de 1/2 cm de grosor y añadir a la cocción.
  8. Picar el perejil.
  9. Escurrir las lentejas. Lavarlas y volver a escurrirlas.
  10. Añadir todos los ingredientes a la olla y cuando vuelva a hervir, bajar a fuego lento y continuar la cocción durante unos 30 minutos removiendo cada 10 minutos para asegurarse de que no se peguen al fondo de la olla.
  11. Transcurrido ese tiempo comprobar si las lentejas ya están hechas, en caso contrario prolongar la cocción e ir comprobando cada 5 minutos. 
  12. Una vez que las lentejas estén tiernas, apagar el fuego, dejar reposar unos minutos y servir.

Nota: Para cocinar las lentejas el remojo no es imprescindible pero es recomendable para mejorar la digestión y el máximo aprovechamiento de todos los nutrientes.

Sugerencias:

  • Acompañar las lentejas con unas rebanadas de pan tostado.
  • Hacer un puré con lo que sobre del estofado es una forma deliciosa de aprovecharlo. Para ello solo hay que retirar las hojas de laurel, batir muy bien con la batidora hasta que no quede ningún grumo y las pieles de las lentejas ya no se noten y calentar a fuego lento removiendo bien para que no se pegue al fondo del cazo.